Fuente: Daniela Reyes y Ariel Martínez
Eduardo ha trabajado como ilustrador y pintor escenográfico, y ha hecho exposiciones en el Museo Metropolitano de Monterrey y en El Centenario.
Actualmente trabaja en su taller, que comparte con su socia, en donde recibió a Nueva Prensa para una entrevista.
Su estudio, ubicado en el Barrio Antiguo de Monterrey, se encuentra repleto de lienzos de muchos tamaños, útiles y botes de pintura, y en las paredes hay bosquejos que acogen al espectador.
Al comentarle de su área de trabajo, bromeó que su espacio ha sido reducido a una pequeña porción de su mesa debido a todos sus materiales.
“Éste, aquí, este es el espacio en donde yo trabajo”, señaló indicando una mesa en el segundo piso, “todo el rayadero que hago en las paredes, todo lo que yo boceto y abajo están lo que son los cuadros”.
A continuación, el artista comentó a Nueva Prensa sobre su arte y la evolución que ha tenido.
Eduardo maneja dos líneas: la parte abstracta que “se basa en emociones”, y la otra que es “una obra de propuesta, donde fluyen ciertas ideas, toca cuestiones metafísicas, y cuestiona la realidad”.
Uno de los principales temas que aborda actualmente es la dualidad en el ser humano.
“La dualidad en la cuestión de lo sutil y lo evidente; la dualidad entre lo positivo y lo negativo; la destrucción y la construcción; entre la tragedia y entre la grandeza. Con esos elementos también me gusta jugar en la obra”.
Otro elemento que utiliza en sus cuadros son las figuras recurrentes. Una de ellas es el símbolo del ratón.
“[El ratón] representa algo para mí y tiene que ver con la cuestión espiritual (…) He soñado –sueños recurrentes– en donde puedo interpretarlo de diferente manera, que me acompaña. Es como una especie de conciencia”.
De hecho, una de sus obras con esta clase de simbolismos fue seleccionada por el Grupo Reforma y enviada a París.
A pesar del éxito que ha tenido, mencionó que el propósito de su trabajo no es comercial, sino que es una cuestión más íntima.
“Más que nada lo que hago es invitarme a mí mismo a la introspección personal”, expresó Eduardo, “claro que cuando la obra está terminada, (…) cuando hace ese ‘clic’ con quien la ve, la obra empieza a decir algo más de lo que yo le puse; entonces esa es una comunicación que va más allá”.
En cuanto al propósito del arte en general y el balance entre el aspecto económico y la expresión artística, mencionó:
“El objetivo del arte no es crear un producto para la venta; el arte no es eso. El arte es crear un documento para poder conocernos a nosotros mismos; para poder plasmar la imaginación, los sueños o las realidades que podamos observar en nuestro momento histórico en que vivimos. Es una pasión, no un producto”.
Al preguntarle cómo combina su pasión por el arte con la necesidad de mantener su negocio, aclaró:
“No significa que el arte abstracto sea comercial; el arte abstracto es una tendencia, un movimiento en el arte pictórico. Pero su efecto es comercial (…) Yo lo hago y se mueve comercialmente”.
Eduardo sostiene que el arte como tal hace referencia en la interioridad del artista.
“Esa es la diferencia en el verdadero arte, cuando tú haces algo pero para ti, no pensando en la venta. Estás pensando en plasmar lo que tú quieres, lo que tú sientes, y tienes el valor de hacerlo”.
Después comentó:
“Lo que alguien pueda producir en el arte y hacerlo arte es algo que beneficia al ser humano, porque es un documento que puede quedar ahí a través del tiempo y alguien puede verse, reflejarse y dar un mensaje”, expresó. “Puede haber un diálogo”.
El reportaje continuará con una segunda parte. Se hablará acerca de cómo Eduardo se adentró en el arte, de los retos que enfrentan los artistas, y de los consejos que Eduardo tiene para ellos.