Entrevista Jorge Sánchez

Para una adolescencia sin escenario. Entrevista a Jorge Sánchez

En qué estabas pensando © 2015 Teatro del Bicentenario - Fotografía Arturo Lavín


Conocí el teatro de Jorge Sánchez en el Encuentro Estatal de 2002, y me sorprendió. Su Julieta y Romeo por Shakespeare William era una adaptación desenfadada e inteligente del clásico, en la que César Tapia y Carlos Navarrete actuaban con tal vigor que brindaban al público una experiencia entrañable. Pero el valor verdadero de esta pieza sólo podría verse con el tiempo: es el hito que marca el inicio de una nueva generación de creadores de teatro en Monterrey. Enseguida de Sánchez surgirían otros artistas con impetuosas propuestas, como Alberto Ontiveros o Iván Domínguez-Azdar, también representantes de un cambio de dirección en el teatro regiomontano.

 

Me reuní con Sánchez a mediados de enero para que me diera su opinión sobre el teatro; esta vez, particularmente sobre aquel destinado a adolescentes —uno tan escaso como necesario— a propósito de su próximo estreno. Sanchéz dirigirá el texto de Saúl Enríquez ¿En qué estabas pensando? en el ciclo de Teatro Escolar que este año llega a su edición XXII —quizá la última.

 

nica Jasso: Te conocemos por hacer teatro para público adulto¿cómo se da, en tu caso, el acercamiento a los adolescentes?

 

Jorge Sánchez: Tengo un hijo adolescente, y convivo con él en el día a día, mientras lidia con los problemas propios de su edad. Es por esta experiencia que, cuando conocí la obra, sentí que me correspondía dirigirla. Se la pedí al autor (Enríquez) hace dos años; en ese momento no podía cederme los derechos porque la tenía en repertorio con su compañía. Recientemente volví a insistirle, y esta vez sí hubo oportunidad.

 

MJ: En cuanto a la creación de esta puesta en escena, ¿cómo hiciste para entrar al mundo de los adolescentes?

 

JS: Esa fue la primera disyuntiva. ¿Cómo carajos voy a hablarle a los jóvenes cuando yo no soy uno de ellos? Ni siquiera tengo ya la edad para la beca de Jóvenes Creadores del FONCA. Entonces, me puse a investigar. Todos en el equipo nos pusimos a trabajar en ello y encontramos una frase que nos pareció interesante: “Se es adolescente desde pasada la infancia, hasta que el individuo encuentra su camino en la vida”. Desde esta perspectiva, prácticamente todos somos adolescentes o, al menos, mantenemos rasgos de la adolescencia. Podríamos decir que somos adolescentes de diferentes generaciones —y en ese sentido me pareció necesario indagar sobre las diferencias generacionales. En la búsqueda dimos con cierta información –alguna sabida y otra que desconocíamos– como que esta nueva generación de jóvenes, llamada normalmente millenials, se caracteriza por el uso de la tecnología, son nativos digitales, lo cual no somos en mi generación. Los millenials tienen una preferencia generalizada por alargar la adolescencia, no pretenden casarse o vivir en pareja, no quieren responsabilidades, son los eternos Peter Pan. Y aunque quizá en eso no me identifique con esta generación, hay otros rasgos que me son más cercanos, como la rebeldía, esa necesidad de romper ciertos esquemas. Y bueno, una manera que encontré de unir a los adolescentes de esta generación con los de mi generación y los de otras anteriores, fue la música. En la puesta hay música de adolescentes de varias generaciones, y eso resulta muy divertido. Pues de pronto ves cómo la música de alguien como Elvis Presley, que era escandalosa en su tiempo, hoy es algo que pueden bailar los niños.

 

MJ: Mencionaste el uso de la tecnología digital como parte de la vida cotidiana de esta generación, ¿la utilizas en la puesta en escena?

 

JS: Aparece sólo a nivel de lenguaje. Es decir, se habla de ella, pero no usamos dispositivos móviles en escena. Empezamos usándolos, pero resultaron demandantes de atención para los actores, y se perdía lo esencial, lo humano. Este aparato es teatro, y no pertenece a la tecnología digital.

 

MJ: ¿Qué panorama percibes en el teatro destinado al joven público?

 

JS: Creo que el teatro infantil y juvenil, o adolescente, se mueve regularmente a través de “la fórmula”. Un pensamiento común de los teatristas es “hacemos una obra pequeñita, nos vestimos de payasos, decimos cualquier tontería, y ya tenemos una obra infantil”. Este proceder lo conocemos porque somos una comunidad muy pequeña. Así es. Desafortunadamente, la mayoría de las veces, este teatro no es considerado más que como una manera de hacer dinero fácil y rápido, cuando no es así. Mi resistencia a hacer trabajos para niños o para jóvenes es precisamente porque son el público más difícil, más honesto. Si al chico no le gusta, se levanta y se va. Punto. No tienen miramientos. Y por eso ahora estoy muy nervioso, me estoy haciendo muchas preguntas sobre si está funcionando o no lo que estoy preparando para estos jóvenes. En fin. Otro asunto es, que desde cierta óptica, también podría decirse que este teatro es desdeñado por las instituciones culturales, pues lo vemos en la diferencia presupuestal que se invierte en éste y en el teatro destinado a los adultos. Por ejemplo, hay una diferencia notable entre la cantidad de dinero que se destina al Encuentro Estatal de Teatro y la que se invierte en el Encuentro Estatal de Teatro para Niños. Aunque en este programa en particular (Teatro Escolar) es de llamar la atención cómo ha subido la apuesta por generar público. De hecho este año es atípico, porque Teatro Escolar, por primera vez, sucede en todos los estados del país. Eso me parece loable, me parece un punto a considerar, es un valor agregado, es un punto a favor del desarrollo del teatro y del público.

 

MJ: ¿Permanecerá esta iniciativa de Teatro Escolar para todos los estados? 

 

JS: El panorama es terrible. Es desalentador y desolador. Es la primera vez que Teatro Escolar se establece en todos los estados, y posiblemente sea la última. Por la forma en que se están manejando ahora los presupuestos, parece que no hay cabida para este programa el próximo año. El estado cree que puede simplemente dejar de hacer las cosas, y los creadores tendríamos que hacer algo al respecto.

 

MJ: ¿Cuál consideras que pueda ser el objetivo del teatro para adolescentes?

 

JS: En principio no creo que deba ser didáctico, en el sentido de aleccionar o moralizar; como esa idea clisé que dicta que hay que montar “clásicos” como Caperucita –eso no nos representa. El teatro tiene la mágica capacidad de reflejarnos a nosotros mismos, de mostrarnos deshumanizados –como estamos ahora–, y confrontarnos. A nosotros nos toca confrontar. Vivimos en un estado que invierte más dinero en armamento y equipo bélico que en educación y en actividades artísticas. El estado nos enseña que eso es lo importante, y los niños y adolescentes reproducen esos esquemas. Lo hemos visto. No queda más que confrontar, y creo ciegamente que el camino para hacerlo es a través de las humanidades y no de las armas.

 

¿En qué estabas pensando?

Dramaturgia: Saúl Enríquez

Dirección: Jorge Sánchez

Con: José Olivares, Carlos Navarrete, Eduardo Guardado, Yesica Silva, Danyra Ramos, Daniela Veloz y Cecilia Ramos.

Temporada escolar enero-marzo de 2017.

Teatro de la Ciudad.

 

Nota del editor: Esta entrevista sobre la necesidad de un teatro para jóvenes fue realizada el 13 de enero, cinco días antes de la tragedia del Colegio Americano. Jorge Sánchez había trabajado en el proyecto desde 2016.


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